El
asedio del imperio Coca-Cola, con su promesa rota de felicidad en spots
publicitarios, es la prueba de que no te vende un producto inocente que
simplemente consumes.
‘La fábrica de la felicidad/ Por
cada arma que se vende en el mundo, veinte mil personas comparten una
Coca-Cola/ Hay razones para creer en un mundo mejor/ Destapa la felicidad’
Coca
Cola—dice el sociólogo Slavoj Žižek—está rodeada
de una atmósfera teológica y metafísica que irradia al común de los refrescos. Es
el producto ideal del sistema capitalista, los spots lo auguran como el ‘objeto causa de deseo’ que te
transporta a un estado de felicidad paradisíaca, pero lejos de esta promesa, descubres
que cuando la destapas y bebes, más sed tienes, y consecuentemente, más quieres
y más compras. Esta idea del placer frustrado es la base del consumismo
capitalista, de otra forma el sistema muere con la satisfacción misma del deseo.
Coca-Cola no sólo no satisface tu deseo, sino que al mismo tiempo te obliga a
desearlo.
Esta
lógica frustrada de acceso al deseo empleada por Coca-Cola, tiene cierta equivalencia
artística con las series de serigrafías que, el artista por excelencia del Pop
Art, Andy Warhol, hace de tantos productos de consumo, de celebridades, y en definitiva,
de objetos y sujetos superfluos que presentan cierto atractivo externo pero también
ese intento fallido de saciar nuestra visión consumista. Como en el trauma freudiano, cuando el problema no se
soluciona, sólo cabe el continuo retorno de lo mismo, su repetición.
‘Puedes estar mirando la tele y ver un anuncio de
Coca-Cola, y puedes saber que el Presidente bebe Coca-Cola, Liz Taylor bebe
Coca-Cola, y piénsalo, tú también puedes beber Coca-Cola. Una Coca-Cola es una
Coca-Cola y ninguna cantidad de dinero puede brindarte una mejor Coca-Cola que
la que está bebiendo el mendigo de la esquina’. Estas palabras de Warhol hacen visible
el cambio radical de la imagen y del arte en el siglo XX; frente al valor
eterno de la unidad del arte premoderno, donde la copia no tenía valor
artístico alguno, el relativismo de la repetición serial de la imagen pop niega
la superioridad de la imagen única e irrepetible y concede el mismo valor a la
copia.
Pero,
¿qué es el Pop Art? Clement Greenberg expresa que desde finales del siglo XIX,
y especialmente desde Manet, el arte te hace sentir incómodo, desafía tu gusto
y no pretende satisfacerlo; en cambio, los artistas del Pop Art, de forma
deliberada, tratan de satisfacerlo, haciéndote un sujeto dócil fácilmente
manipulable. Para ello, artistas pop como Roy Lichtenstein o el propio Warhol, utilizan
las mismas técnicas de la publicidad y del diseño industrial, la línea clara y el
color explosivo del comic, al tiempo que centra sus miras en los iconos de los
medios de masas, otorgándole el aura que las nuevas técnicas les ha ido
arrebatando al arte en el siglo XX.
Es
la imagen cómoda pero intrascendente; el lenguaje fácilmente accesible al
público pero carente de un significado profundo. Pero, ¿acaso debía un artista
pop imitar las antiguas técnicas de pintura al lienzo o la imitación del
paisaje como haría un pintor romántico? ¿Por qué ha de mirar a la naturaleza un
artista que vive en una sociedad industrializada? ¿No sería en tal caso un
falseador de la realidad? Y, ¿no es este arte una visión de una América que,
tras salir reforzada de la II Guerra Mundial, se sentía dueña de un mundo al
que intentaba americanizar con su estilo de vida?
Pero,
¿es todo el Pop Art un arte frívolo? Tenemos muchas interpretaciones de Andy
Warhol. Por una parte, al artista en el que la frialdad domina su vida y su arte,
y por otra, a quien detrás de su aparente superficialidad, se esconde un
artista comprometido y crítico con el consumismo complaciente, el capitalismo,
y sobre todo, la tez glamurosa de las ‘celebrities’, el fetiche warholiano por
excelencia que esconde lo que Thomas Crow llama ‘la realidad del sufrimiento y
la muerte’, como el suicidio de Marilyn Monroe.
Fuera
de este pop idílico, el artista español Santiago Sierra contrató en 2002 a una
persona que pedía limosna en una calle comercial, para decir una sola frase ante
una cámara de video: ‘Mi participación en
este proyecto puede generar unos beneficios de 72 mil dólares; yo estoy
cobrando 5 libras’. Una crítica sencilla pero afilada. Su obra hace visible
la cara oculta del capitalismo, su desigualdad y sus efectos perversos. Un
sistema de producción que precisa una realidad dura y oculta para mostrar los
excesos de la parte favorecida de este sistema.
Una
célebre crítica contra la estupidez capitalista del arte, es la que el artista
conceptual Piero Manzoni señala en su obra ‘Merda
d’artista’. Expuso y
comercializó latas que teóricamente contenían sus heces valoradas al peso del
oro. En poco tiempo, la obra no solo obtuvo el valor del oro, sino que lo
superó con creces. Hallarás en el arte crítico y social, no sólo el espejo
visible de la cara oculta del mundo, sino también los golpes reivindicativos de
un artista que intenta darle forma.
***
El
Pop Art es un arte que aspira a multiplicar imágenes de forma mecánica, dejando
a un lado su profundidad emocional y artística; es un acorde perfecto en un
mundo lleno de disonancias. Una gran mentira. Un reflejo, pues, de una sociedad
que ha decidido fingir parecer y poseer, en lugar de ser y crear. ¿Es posible
ver una visión de un Warhol comprometido y crítico con ese sistema de consumo asiduo
e ídolos fáciles? Es aceptable pero es endeble. A pesar de una posible
respuesta afirmativa, la intención crítica del artista puede sucumbir a la
simple apariencia trivial y a la cara optimista de una América que niega su
propia fragilidad. ‘Lo que ves es lo que
hay’ dijo en una ocasión Warhol sobre su arte.
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