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martes, 3 de febrero de 2015

Hatstand, table and chair


A mediados de los años 70, el artículo «Visual Pleasure and Narrative Cinema» de Laura Mulvey desveló el modo en el que el inconsciente de la sociedad patriarcal ha configurado los años dorados del cine de Hollywood.

Examinando la división de roles activo/masculino y pasivo/femenino en la sociedad, Mulvey detecta que el cine de Hollywood exhibe a la mujer como un simple objeto de deseo que se muestra ante la mirada masculina, tanto del personaje masculino como del espectador. Esta idea se acentúa con los movimientos de cámara que recorre el cuerpo femenino ascendiendo de los pies a la cabeza, o cómo no, en la propia estructura de la sala de proyección de cine, que desde la lejanía y la oscuridad de las butacas, actúa como metáfora de las fantasías voyeuristas de los espectadores. Por el contrario, frente a la subordinación de la mujer como mero espectáculo para su deseo, el personaje masculino encarna el elemento activo de la narración, así como aquel con el que se identifica el espectador.

«El cine, y en definitiva el arte, exhibe a la mujer como objeto de deseo de la mirada masculina y la subordina al protagonismo de éste»

Se cumplen cuarenta años de la publicación del artículo y su análisis es extrapolable al arte, a la fotografía, la publicidad, y en definitivas a diferentes esferas de la vida.



La cosificación de la mujer está presente en toda la historia del arte, desde temas como «El baño de Betsabé» o «Susana y los viejos» donde el voyeurismo se convierte en la propia representación, pasando por la pintura flamenca, y hasta llegar a los umbrales de la frivolidad y la sumisión en la obra pop de Allen Jones, donde convierte a la mujer en un simple mueble doméstico: una silla, una mesa y un perchero.